La idea de un Día Internacional de la Mujer surgió a finales del Siglo XIX, impulsado por la revolución industrial y los movimientos sociales femeninos, con el ánimo de reivindicar los derechos y libertades de la mujer.
No obstante, el origen del 8 de marzo ha sido blanco de múltiples investigaciones, especialmente por las diferentes versiones que giran alrededor de esta fecha.
Cuenta la historia que en 1857, en Nueva York, 129 trabajadoras de una fábrica textil que exigían la reducción de la jornada laboral y mejores condiciones de trabajo, murieron quemadas tras el incendio provocado por sus propios patrones.
De acuerdo a investigaciones realizadas al respecto, entre las que se destacan las de la canadiense Renée Côté, dicha huelga nunca existió. Se trata de una invención posterior, a finales de los años 60, cuando boletines y periódicos de diferentes ciudades de Europa y Estados Unidos, mencionaron esta huelga como símbolo y origen del Día Internacional de la Mujer.
Una mezcla de hechos reales con ficciones que, poco a poco, se fue consolidando en el mundo occidental, hasta que, en 1975, la ONU lo reconoce oficialmente.
Este mito, basado quizás en dos huelgas ocurridas en Nueva York, entre 1909 y 1911, generaron una confusión alentada por motivos políticos e ideológicos.
Este día, que había sido propuesto por Clara Zetkin en el marco de la Segunda Reunión Mundial de Mujeres Socialistas, realizada en 1910 en Copenhague, había quedado en el olvido tras diversos conflictos históricos. Las dos guerras mundiales, el triunfo del stalinismo en la Unión Soviética y el avance del capitalismo occidental, no tenían el menor interés en seguir conmemorando el 8 de Marzo.
Medio siglo después, con los movimientos feministas que surgen en la década de los 60, se retoma la idea de conmemorar un día de la mujer.
Más allá de la controversia sobre el origen de esta fecha, lo importante es reconocer su significado, su sentido original encaminado a la conmemoración de la lucha de la mujer por su participación e igualdad de derechos frente al hombre.
No obstante, el origen del 8 de marzo ha sido blanco de múltiples investigaciones, especialmente por las diferentes versiones que giran alrededor de esta fecha.
Cuenta la historia que en 1857, en Nueva York, 129 trabajadoras de una fábrica textil que exigían la reducción de la jornada laboral y mejores condiciones de trabajo, murieron quemadas tras el incendio provocado por sus propios patrones.
De acuerdo a investigaciones realizadas al respecto, entre las que se destacan las de la canadiense Renée Côté, dicha huelga nunca existió. Se trata de una invención posterior, a finales de los años 60, cuando boletines y periódicos de diferentes ciudades de Europa y Estados Unidos, mencionaron esta huelga como símbolo y origen del Día Internacional de la Mujer.
Una mezcla de hechos reales con ficciones que, poco a poco, se fue consolidando en el mundo occidental, hasta que, en 1975, la ONU lo reconoce oficialmente.
Este mito, basado quizás en dos huelgas ocurridas en Nueva York, entre 1909 y 1911, generaron una confusión alentada por motivos políticos e ideológicos.
Este día, que había sido propuesto por Clara Zetkin en el marco de la Segunda Reunión Mundial de Mujeres Socialistas, realizada en 1910 en Copenhague, había quedado en el olvido tras diversos conflictos históricos. Las dos guerras mundiales, el triunfo del stalinismo en la Unión Soviética y el avance del capitalismo occidental, no tenían el menor interés en seguir conmemorando el 8 de Marzo.
Medio siglo después, con los movimientos feministas que surgen en la década de los 60, se retoma la idea de conmemorar un día de la mujer.
Más allá de la controversia sobre el origen de esta fecha, lo importante es reconocer su significado, su sentido original encaminado a la conmemoración de la lucha de la mujer por su participación e igualdad de derechos frente al hombre.
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